(V) EL APRENDIZAJE
1. La conducta y el aprendizaje
&1
Definición de aprendizaje
La ciencia biológica
define a los seres vivos como aquellos seres constituidos por células y capaces
de realizar tres funciones básicas: nutrición,
reproducción e interacción con el medio.
Al tipo de interacción
que mantiene un ser vivo con el medio le denominamos conducta de ese ser vivo. El tipo de interacción puede variar
enormemente de unas especies vivas a otras, hasta el punto de que, en algunos
casos, esta interacción está determinada por el aprendizaje.
El medio (también podríamos decir, el mundo) de un ser vivo está formado
por aquel conjunto de «cosas» (objetos, formas de energía, etc.) que son significativas para el ser vivo en
cuestión. Que son significativas quiere decir que estimulan al organismo del individuo en cierta forma, suscitando
una respuesta (entendiendo que
forzarse a no dar una respuesta también es una respuesta).
Podemos, por lo tanto,
definir la conducta de un ser vivo
como la respuesta, o conjunto de
respuestas, que da un ser vivo ante un estímulo,
o conjunto de estímulos.
Y, a partir de aquí,
podemos definir el aprendizaje como
la capacidad de variar de modo más o menos permanente la relación natural entre
estímulos y respuestas. Incluyendo tanto el cambio de respuesta ante un estímulo,
como la supresión de una respuesta, como la ampliación de mundo (esto es, el «descubrimiento»
de nuevos elementos estimulantes o significativos susceptibles de generar
respuestas).
&2
Tipos de conducta
Existen muchos tipos de
conductas que van desde las más simples y cerradas (esto es, rígidas, automáticas)
hasta las más abiertas, en las que interviene el aprendizaje y, en especial, lo
que podemos denominar aprendizaje inteligente.
Podemos clasificar todos
estos tipos de conductas en tres grandes grupos: conductas reactivas, conductas activas y conductas cognitivas.
(1) Conductas reactivas. Son conductas totalmente innatas, y por ello,
cerradas, mecánicas, en las que no hay variación a lo largo de la vida del
individuo (ni, habitualmente, a lo largo de la vida de la especie). En las
conductas reactivas no hay, por lo tanto, aprendizaje.
Existen varias conductas
de este tipo:
(a) Tropismos: son movimientos acompañados de crecimiento del organismo determinados
por un estímulo (la luz, la gravedad, la humedad, etc.). Así, las raíces de las
plantas tienden a crecer hacia el centro de la Tierra, las plantas tienden a
crecer en altura buscando la luz del sol, etc.
(b) Taxias: son movimientos de ciertos
organismos con capacidad de desplazarse en la dirección de un estímulo (en este
caso no hay crecimiento).
(c) Kinesias: son movimientos de ciertos
organismos ante estímulos que no determinan su orientación. Así sucede, por
ejemplo, cuando un organismo varía la dirección del movimiento, o su velocidad,
ante un obstáculo.
(d) Reflejos: son respuestas simples e
involuntarias dadas por organismos de animales con sistema nervioso ante
determinados estímulos. Así, la contracción y dilatación de la pupila
ante la luz, el reflejo de succión en el recién nacido, la respiración, la
secreción de saliva, el parpadeo ante un objeto que se dirige al ojo, etc.
(e) Conductas instintivas: son aquellas
movidas por instintos, que son esquemas de comportamiento complejo, determinados
genéticamente, que se desencadenan ante determinados estímulos. Los instintos
tienen una estructura más compleja que los tropismos, taxias, kinesias y reflejos.
Esta estructura compleja suele estar organizada jerárquicamente, de tal modo
que un estímulo desencadena una acción en un nivel jerárquico superior, el
cual desencadena reacciones en niveles inferiores, pudiendo dar origen a
una acción de gran complejidad. (Con frecuencia se puede explicar el
comportamiento instintivo como la concatenación de una serie de actos reflejos).
Los
instintos no entran en funcionamiento sin los estímulos oportunos. Instintos y
reflejos necesitan de ciertos estímulos como desencadenantes, aunque el
animal no suele estar totalmente condicionado por todos los estímulos que
puede recibir. Hay que reconocer, por lo tanto, que ya a nivel de reflejos
e instintos hay cierto grado de flexibilidad: digamos que instintos y
reflejos se complementan con ciertos mecanismos de aprendizaje.
Podemos caracterizar la
conducta instintiva (siguiendo a José Luis Pinillos en Principios de psicología) por los siguientes rasgos: (a) Es innata,
es decir, viene determinada genéticamente, no es aprendida. (b) Es estereotipada, esto es, sigue unas
pautas invariables. (c) Es específica,
es decir, es la misma para todos los miembros de una misma especie. (d) Se
desencadena de modo automático, no deliberado, ante ciertos estímulos. (e) Es
más compleja que un simple reflejo, (f) Cumple una función adaptativa de la especie al medio en el que vive.
(2) Conductas activas. Son conductas que
surgen de la combinación de elementos innatos
y adquiridos. Hay una predisposición innata para desarrollar esa
conducta pero tiene que ser activada en contacto con miembros de su especie. Podemos
decir, por lo tanto, que son conductas básicamente innatas, pero que necesitan
de un elemento de aprendizaje para desarrollarse de modo pleno.
Un
ejemplo de este tipo de conducta puede ser el del canto de los pájaros, para el
que tienen una predisposición instintiva pero necesitan el contacto de la
especie para que se desarrolle de modo pleno. En cierto modo, el aprendizaje de
una lengua materna en los humanos también funciona así, dado que hay una
predisposición para aprender una lengua, pero es el contacto con otros
individuos lo que determina que lengua se aprenda.
(3) Conductas cognitivas. Son aquellas que
dependen totalmente del aprendizaje, y que, por lo general, pueden ser
trasmitidas también mediante enseñanza-aprendizaje.
2.
Mecanismos de aprendizaje
Los
mecanismos de aprendizaje, es decir, los procedimientos para eliminar o variar
una relación E-R, son muy variados y pueden ir desde los extremadamente
simples y prácticamente indistinguibles del comportamiento instintivo hasta
el aprendizaje reflexivo humano.
&1
Impronta,
habituación y sensibilización
La impronta
es un proceso por el que los individuos de algunas especies adquieren un
determinado tipo de comportamiento al ser sometidos a ciertos estímulos en
periodos críticos de su vida.
Un
ejemplo de impronta es el siguiente: por naturaleza los patitos recién nacidos
están predeterminados a seguir a su madre. Pero no están programados para
saber cuál es su madre, sino que identifican a esta con el primer objeto móvil
que ven al salir del cascarón. Una vez nacidos el primer cuerpo móvil que observan
queda ya grabado para siempre en su conocimiento instintivo como su
madre.
Es
posible que el mecanismo conocido como impronta opere también en la adquisición
de un lenguaje humano. Sabemos que hay componentes innatos que predisponen
a los niños a adquirir una lengua, pero para que esta adquisición se haga
efectiva el niño tiene que estar expuesto a una lengua concreta en ciertos
momentos críticos (entre los dos y cinco años aprox.) de su vida. Si no es así,
como se ha comprobado en los casos de niños salvajes (recordemos a Víctor de
L´Aveyron) no llega a aprender con corrección una lengua nunca.
La habituación
consiste en la supresión de la respuesta ante un estímulo después de que
repetidas veces se ha mostrado que tal estímulo no tiene efectos beneficiosos
ni perjudiciales. De ese modo el organismo prescinde de estímulos irrelevantes,
facilitando la organización de su conducta en su adaptación al medio.
Por
ejemplo, si se golpea el suelo al lado de una caracol este retrae los
tentáculos, pero si lo hacemos repetidas veces acaba mostrándose indiferente.
Este mecanismo de aprendizaje funciona en todo tipo de animales, desde
protozoos hasta los mamíferos.
La sensibilización consiste en el proceso
contrario, al menos hasta cierto punto, a la habituación. Se trata de que ante
estímulos reiterados el organismo dé respuestas más frecuentes o intensas de
las que daba originalmente ante el mismo estímulo.
&2
Aprendizaje
por condicionamiento
Definición general: aprendizaje
por condicionamiento es aquel en el que una relación natural entre un estímulo
y una respuesta es sustituida por otra artificial, de modo que estamos
ante un aprendizaje condicionado. A este tipo de aprendizaje también se le
denomina aprendizaje asociativo. Hay
tres versiones:
(1) Condicionamiento inhibitorio aversivo o
aprendizaje por castigo: consiste en que el individuo deja de dar una
respuesta a un estímulo a consecuencia de que asocia esa respuesta a dolor
o malestar. Por ejemplo, se puede conseguir que un animal deje de comer un
determinado producto, haciendo que al comerlo reciba una descarga eléctrica.
La descarga eléctrica reiterada funciona como un refuerzo de la conducta aprendida.
Este
tipo de condicionamiento no lleva, propiamente, a un aprendizaje nuevo, sino
a la supresión de una respuesta.
(2) Condicionamiento respondiente: es la
primera forma de condicionamiento estudiada científicamente, y fue estudiada
por vez primera por el fisiólogo ruso Iván
P. Pavlov (1848-1936), por lo que a este tipo de condicionamiento también
se le conoce como condicionamiento
clásico o condicionamiento pauloviano.
Pavlov
observó que, en presencia de un cuenco con comida (estímulo), un perro
reacciona aumentando la secreción de saliva y de jugos gástricos (respuesta).
A partir de ahí diseñó el siguiente experimento: cada vez que le llevaba el
cuenco con comida al perro, hacía sonar previamente una campanilla. Tras
repetir este proceso varias veces descubrió que el perro comenzaba a salivar
y a segregar jugos gástricos con solo oír la campanilla.
¿Qué
había pasado? Pues que se había sustituido una relación natural estímulo-respuesta,
por otra artificial (condicionada, aprendida).
Pavlov
llamó «estímulos no condicionados»
a los estímulos que provocan una respuesta de modo natural (por ejemplo, en el
caso anterior la comida sería un «estímulo no condicionado»), y llamó «estímulos
neutros» a los que no provocan
ningún tipo de respuesta previa al condicionamiento (en el caso anterior el sonido
de la campanilla sería, al principio, un «estímulo neutro»).
A la
respuesta producida de modo natural ante un estímulo la llamó «respuesta
no condicionada» (en el
ejemplo anterior la salivación ante la comida sería una «respuesta no condicionada»).
A los estímulos que eran naturalmente neutros (o sea, no eran estímulos de
ningún tipo) antes del condicionamiento, pero que provocan respuestas
después del condicionamiento les llamó «estímulos condicionados» (en el caso anterior, el sonido de
la campanilla después del condicionamiento). A la respuesta que da el
individuo ante el estímulo condicionado la llamó «respuesta condicionada» (en el ejemplo, la secreción de
saliva al oír el sonido de la campanilla).
De
este modo el aprendizaje por condicionamiento consiste en provocar la
asociación entre un estímulo neutro (o sea, algo que no era todavía un estímulo)
y uno no condicionado, de modo que el individuo reaccione ante el estímulo
neutro como si estuviese ante uno no condicionado.
En
este proceso cada vez que el estímulo neutro (en este caso la campanilla),
aparece acompañado del estímulo no condicionado (es este caso la comida)
actúa como un refuerzo de la conducta aprendida. Si se suprime el
refuerzo durante un tiempo prolongado se produce la extinción de la conducta condicionada.
(3) Condicionamiento operante: también llamado condicionamiento instrumental, o aprendizaje por ensayo y error. Esta
forma de condicionamiento ha sido estudiada sobre todo por el conductismo. Como hemos visto en la
Unidad I, el conductismo es una corriente psicológica que pretende hacer de la psicología
una ciencia rigurosa, siguiendo el modelo de otras ciencias de la naturaleza.
Para ello, sus fundadores proponen que se descarten de la psicología todos los
datos no observables (de tipo introspectivo, las sensaciones, etc.). La
psicología debe limitarse al análisis de aquello que sí puede ser observado y
descrito objetivamente: la conducta.
Los
primeros estudios de lo que luego se denominaría condicionamiento operante
fueron desarrollados por el psicólogo estadounidense Edward Lee Thorndike
(1874-1949).
Pero
el psicólogo que lleva el análisis del condicionamiento operante a su plenitud
es el
también estadounidense Burrhus Frederic Skinner (1904-1990). El nombre
de condicionamiento operante se debe a que el sujeto del experimento tiene una
parte activa, operativa, en el condicionamiento.
Para
sus experimentos Skinner desarrolló lo que desde entonces se conoce como caja
de Skinner, que consiste en un recipiente con un mecanismo simple que al
accionarlo suministra un premio o un castigo al sujeto del experimento.
Un
ejemplo típico de condicionamiento operante es el siguiente:
Encerramos
a una rata en una caja de Skinner provista de una palanca que al accionarse suministra
comida (por ejemplo una galleta). La rata se moverá libremente en la caja y
en algún momento accionará accidentalmente la palanca obteniendo una
galleta. Tras repetir accidentalmente el proceso varias veces la rata «aprenderá»
la relación palanca-galleta de modo que a partir de entonces la accionará
cada vez que tenga hambre.
En
este proceso se denomina «refuerzo» o «premio»
a todo lo que estimula a que una conducta sea repetida. Se denomina «castigo» a todo lo que estimula a abandonar
una conducta.
El aprendizaje por condicionamiento:
similitudes, diferencias y límites: las tres formas de
condicionamiento estudiadas comparten algunas cosas, tales como la necesidad
del refuerzo para mantener la
conducta aprendida. Cuando este desaparece la actitud aprendida tiende a
desaparecer. También sucede que, en cualquiera de las tres formas de condicionamiento,
el animal tiende a dar la respuesta condicionada ante a estímulos parecidos a
los que producen el refuerzo, aunque no sean exactamente iguales, fenómeno que
se conoce como generalización.
La
principal diferencia entre el condicionamiento respondiente y el operante
consiste en que el en primero el sujeto aprende de forma pasiva, mientras que
el en segundo es el animal tiene una actitud activa (operativa) en su propio
aprendizaje.
Las
tres formas de condicionamiento estudiadas tratan de conductas poco complejas,
que pueden ser explicadas como relaciones automáticas entre un estímulo y
una respuesta. Algunas corrientes de psicología, como al conductismo,
consideran que se puede explicar todo el comportamiento, incluido el humano,
como una concatenación de relaciones estímulo-respuesta. Otras
corrientes psicológicas y de filosofía de la mente como el psicoanálisis,
el funcionalismo, el cognitivismo, el materialismo fisicalista,
o la fenomenología, consideran, sin embargo, que el sistema nervioso-mental
del hombre es muy complejo, y es capaz de tener conciencia reflexiva, por lo
que no se puede deducir todo su comportamiento a partir de este esquema;
tendría que ser sustituido por otro que incluyera los procesos reflexivos
de la conciencia.
CORRIENTES
PSICOLÓGICAS
|
REFLEXOLOGÍA
(PAVLOV)
CONDUCTISMO
|
OTRAS
CORRIENTES
|
CONDUCTA
|
E-R
|
E-PROCESOS
REFLEXIVOS-R
|
&3
Aprendizaje
por imitación
El
aprendizaje por imitación es otra forma de aprendizaje que tiene una enorme importancia
en los animales con una inteligencia superior (especialmente entre los humanos).
En este caso el aprendizaje se produce por la observación de la conducta imitada.
Para que tal tipo de aprendizaje pueda darse es imprescindible un cerebro con
cierto grado de desarrollo que sea capaz de «ver» en una serie de movimientos
una acción orientada a una finalidad.
&4
Aprendizaje latente
Se
denomina aprendizaje latente a aquel
en el que el animal guarda en su memoria una serie de situaciones que son, en
principio, indiferentes para su vida, pero que, tras un cambio de
circunstancias pueden ayudarle a dar las respuestas adecuadas.
Veamos
su función con un experimento: preparamos dos cajas (caja A y caja B), tipo
caja de Skinner, con un laberinto que puede ser recorrido por una rata, y al
final del cual se encuentra con comida. Y nos hacemos con dos ratas X e Y que
mantenemos en algún habitáculo. A continuación metemos a la rata X en la caja A
y dejamos que recorra libremente el laberinto que le hemos preparado durante un
tiempo. Después la sacamos del laberinto y la metemos en el habitáculo inicial.
A continuación colocamos comida al final de los laberintos de sendas cajas
(cajas A y B) y colocamos a cada rata en un caja. Y podemos comprobar cómo la
rata A aprende más rápido a encontrar su comida que la B. Lo que significa que
su experiencia previa con el laberinto (aprendizaje latente) pese a que en
aquel momento no suponía ningún beneficio, ha ayudado a desarrollar la conducta
adecuada al final.
&5
Aprendizaje por comprensión
Este
tipo de aprendizaje fue estudiado por Wolfgang
Köhler (psicólogo estadounidense de origen estonio, 1887-1967). Para
estudiar el aprendizaje Köhler realizó experimentos con chimpancés y observó
cómo estos resolvían ciertas situación a partir de una especie de iluminación
súbita, sin ensayo previo.
Uno
de esos experimentos consistía en lo siguiente: Köhler metió a un chimpancé en
una habitación en la que había unas cajas (con las que el chimpancé había
estado previamente jugando apilándolas) y un racimo de plátanos colgados del
techo. Después de varios intentos frustrados de coger los plátanos a saltos
el chimpancé desistió, sentándose en un rincón, aparentemente centrado en
otra cosa. De pronto, como si hubiese tenido una iluminación, apiló las
cajas bajo los plátanos, se subió a ellas y cogió la fruta.
Otro
ejemplo es el narrado por el antropólogo Marvin Harris. Un grupo de
antropólogos que estudian una población de monos les arrojan trigo sobre la
arena de modo periódico. En un momento dado una hembra del grupo descubre una
forma eficaz de limpiar el trigo de la arena: deja caer puñados de trigo sobre
el agua, de modo que la arena se va al fondo y el trigo flota. Poco tiempo
después la mayoría de los individuos del grupo hace lo mismo.
&6
Aprendizaje y creatividad
Cierto
tipo de aprendizaje (que se da sobre todo en humanos, pero que hasta cierto punto,
también se puede encontrar en algunos animales) es inseparable de la capacidad
creativa.
Analizando
su propia experiencia con la resolución de ciertos problemas matemáticos Henri Poincaré, (físico y matemático
francés,1854-1912) ha podido establecer que todo proceso creativo pasa por cuatro fases básicas. Estas son las
siguientes:
(1) Preparación. El sujeto se enfrenta con
algún problema complejo que trata de resolver. Para ello se recopila
información en torno al problema, se selecciona esa información, se analizan
conscientemente las posibles soluciones. Puede también discutir el problema con
otros especialistas. Esta es una fase de trabajo intenso y arduo y consciente.
En caso de no alcanzar una solución, el problema es relegado y el sujeto se
centra en otras cuestiones. O simplemente descansa.
(2) Incubación. Pero la mente sigue
trabajando de manera inconsciente en el problema que le preocupa. Puede,
incluso, aparecer en sueños. Al trabajar de manera inconsciente la reflexión es
más libre, el pensamiento no se vea constreñido por sus hábitos o prejuicios,
hace asociaciones que difícilmente encontraría de manera consciente.
(3) Iluminación. Tras ese periodo de
incubación puede aparecer súbitamente la respuesta buscada. Es el momento
¡Eureka!, similar a la comprensión súbita de que hablamos anteriormente.
(4) Verificación. Es la fase final del
proceso. Se evalúa y se comprueba si la solución es la adecuada. En el caso del
pensamiento matemático, que es de la experiencia de la que parte Poincaré, la
verificación se lleva a cabo con la demostración matemática adecuada.
&7
¿Aprendizaje
inteligente?
Gran
parte del aprendizaje propio de los seres humanos no puede ser explicado a
partir del condicionamiento ni de la imitación, ni tampoco limitarse a la
comprensión súbita. Podemos llamar a esta forma de aprendizaje aprendizaje
inteligente, en el cual juega un papel esencial, además de la memoria
(vinculada a las demás formas de aprendizaje) la imaginación, el lenguaje
verbal, y la capacidad de razonamiento lógico.
Este
tipo de aprendizaje tiene como características propias la capacidad de plantear
respuestas innovadoras, y aun preguntas innovadoras, la capacidad de crear
nuestros propios fines y de establecer libremente normas de validez universal.
Se
viene discutiendo desde hace tiempo si se puede hablar de un aprendizaje
inteligente en el caso de los animales. Ciertamente algunos animales, sobre
todo entre los primates, son capaces de descubrir modos innovadores de
resolver problemas, que son aprendidos por el resto de los miembros de su
grupo, como hemos visto en los ejemplos anteriores.
Pero
el aprendizaje inteligente humano reúne una serie de características que no
son compartidas, que sepamos, por ninguna forma de aprendizaje que pueda
desarrollar un animal no humano.
Estas
son:
(1) Los
descubrimientos de los animales siempre están orientados a resolver problemas
concretos, pero no son capaces de generalizar esos descubrimientos para otros
problemas similares. Esto es, no tienen capacidad de universalizar sus
descubrimientos. (No descubren técnicas, sino soluciones a casos individuales).
(2) Lo
descubierto por los animales solo puede ser trasmitido por imitación.
(3) Los
animales son incapaces de pensar soluciones en ausencia de las cosas concretas
que tratan de resolver. Así si al chimpancé de Köhler le colocamos las cajas
y el racimo de modo que no pueda abarcar todos estos elementos de un golpe de
vista es incapaz de dar con la solución a su problema, nunca descubrirá que
apilando las cajas puede alcanzar los plátanos.
Las
incapacidades señaladas en los puntos 2 y 3 parecen tener el mismo origen: la ausencia
en los chimpancés, y otros animales, de un lenguaje que permita reflexionar y
comunicar situaciones reales (al margen de los estados de ánimo). El hombre sin
embargo puede reflexionar usando símbolos, en lugar de las cosas, y trasmitir
lo aprendido a los miembros de su grupo mediante el lenguaje.
Bibliografía
-Cruells, Eduardo: El comportamiento animal. Salvat Ediciones Generales, S. A. Barcelona,
1991.
-Pinillos, José Luis: Principios de psicología. Alianza
Editorial, S. A. Madrid, 1985.
-Wolmann, Benjamin B.: Teorías y sistemas contemporáneos en
psicología. Ediciones Martínez Roca, S. A. Barcelona, 1981.
Los derechos de autor de esta entrada
pertenecen a D. Alejandro Bugarín Lago.
Es lícito emplear sus contenidos con
fines didácticos, pero no comerciales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario