(VII) EL PENSAMIENTO
1. ¿Qué significa
pensar?
Todo el mundo parece tener claro «que piensa» y «en qué» piensa; e
incluso «con qué» piensa. Pero definir en
qué consiste pensar no es tarea fácil, y aclarar con qué pensamos tampoco. De entrada, habría que diferenciar el
problema filosófico de qué significa pensar, del análisis psicológico de la
facultad de pensar. (Claro que, ¿cómo podemos decidir que hay una facultad de
pensar sí no conocemos previamente qué es lo que hace tal facultad?).
Para hacernos una idea del problema filosófico de qué significa pensar
vamos a traer aquí dos citas célebres. La primera cita es del filósofo alemán Martin Heidegger, extraída de su obra ¿Qué significa pensar?, y que dice así:
«[...] la ciencia, por su parte, no piensa, ni puede pensar, y esto para su
bien, que significa aquí para la seguridad de su marcha prefijada». La otra
cita es del filósofo español Gustavo
Bueno, que repite en numerosos lugares, y dice así: «Pensar es pensar
contra alguien».
La cita de Heidegger nos indica que pensar, en sentido estricto, no es
seguir ciertos procedimientos codificados lógico-matemáticos, sino abrir una
nueva experiencia del mundo. La ciencia se mueve dentro de una determinada
experiencia del mundo que no se cuestiona, y, por eso, según la interpretación
heideggeriana, no piensa. Por su parte, la cita de Bueno nos dice que solo
podemos pensar desde donde estamos (lo que implica que estamos en algún sitio)
y confrontándonos con lo que nos sale al paso.
Quizá cabría decir que Heidegger y Bueno se refieren a modalidades
distintas del pensamiento. Establecer una experiencia nueva del mundo es algo
que acontece muy pocas veces en la historia de la humanidad. Pensar, en ese
sentido radical, es un acontecimiento sobre el que la inmensa mayoría de los
individuos particulares tenemos muy poco control. (Porque los individuos
particulares nos constituimos como tales dentro de una determinada experiencia
del mundo). Bueno usa el término con un sentido menos radical, pero aun así,
bastante restringido. Pues exige, para que algo sea calificado de pensamiento,
que el que piensa no acepte sin más lo que se le ofrece, sino que lo cuestione,
que lo confronte con sus propias ideas.
Pero la experiencia cotidiana de lo que es pensar, expresada en el lenguaje
común, es menos exigente (y quizás por ello más abarcante). En el día a día
usamos la palabra pensar en expresiones tales como «Rebeca piensa estudiar
ADE», «Pienso que, al final, la liga va a ser cosa de dos, como siempre»,
«Piensa mal y acertarás», «Estoy pensado cómo voy a hacer para pagar la
hipoteca», «Desde que la vi no dejo de pensar en ella», «Hay que pensar las
cosas antes de hacerlas», etc.
A partir de este uso habitual del término, podríamos definir el
pensamiento como la representación
mental de alguna cosa o situación y/o el establecimiento de relaciones entre
esas representaciones mentales.
Esa representación mental puede tener
objetivos muy variados: recrearnos en la evocación de una situación agradable, evadirnos de la realidad, encontrar soluciones posibles a un problema con la intención de aplicarlas
luego en la realidad, clasificar y organizar la experiencia para
orientarnos mejor en nuestras decisiones, etc.
(No obstante, a juicio de algunos, esta identificación del pensamiento
con una cierta actividad mental
sigue siendo restrictiva. Pues se podría hablar de un tipo de pensamiento que
no va asociado, no directamente al menos, a representaciones mentales. Así,
cuando he aprendido a escribir en un teclado mi cuerpo actúa de una manera inconsciente,
llevando los dedos de mi mano a la tecla correspondiente, sin que pueda decir
que detrás de esta actividad hay una representación mental. De modo parecido se
comporta el bailarín que ejecuta unos pasos con la mente «en blanco». Se
podría, por lo tanto, decir que estas actividades son posibles porque el cuerpo
«piensa» por su cuenta, sin «representación» mental detrás». De momento
dejaremos este problema en el aire).
Centremos pues, en ese tipo de pensamiento que hemos vinculado a ciertas
representaciones mentales. Y ahora se nos plantean otra serie de problemas: ¿En
qué consisten esas representaciones
mentales? ¿Cómo se forman? ¿Qué es esa mente
en la que se dan tales representaciones?
2. Haciendo historia:
la naturaleza del pensamiento en la tradición filosófica
&1
Introducción
Decir que el pensamiento se constituye a partir de ciertas
representaciones mentales tiene dos importantes implicaciones filosóficas: (1) Que existe algo a lo que llamamos «mente». (2) Que esa mente tiene la
capacidad de «representar» algo.
El problema de la naturaleza de la mente
es casi tan viejo como la reflexión filosófica. Si bien entonces no se hablaba
de mente, sino de alma, o de entendimiento.
Representar significa ir en lugar de otra cosa no presente, hacer presente lo
ausente. Representar algo en la mente significa que la mente maneja o produce signos o imágenes que van en lugar de las cosas.
Pensar consistirá, entonces, en manejar o producir tales signos,
símbolos o imágenes, y establecer ciertas relaciones entre ellos
(combinaciones, comparaciones, conexiones causales, etc.).
Pero ¿qué es la mente? ¿En
qué consisten y cómo se forman esas imágenes
o signos con los que opera la
mente?
&2
Platón: nous y noesis
Ya hemos visto, en la Unidad 1, que la psicología comenzó siendo una
rama de la filosofía, aquella que trata del alma. Y el primer filósofo en el que aparece una reflexión clara
acerca del alma es Platón.
Platón es también, el primer filósofo que diferencia entre la capacidad
de sentir o percibir y la de pensar.
Y, en consonancia, diferencia entre los órganos encargados de sentir y
percibir, que serían los sentidos, y
el órgano encargado de pensar o razonar, que sería el nous (= entendimiento,
inteligencia). El nous reside en el
alma, constituye la función superior del alma.
A través de los sentidos captamos el mundo físico (el mundo sensible, en la terminología
platónica) que nos rodea, constituido de entidades singulares y cambiantes. A
través del nous captamos, en una noesis (= intuición), las esencias de las cosas, las ideas, que son universales, inmutables
y eternas. A modo de ejemplo, a través de los sentidos capto un determinado
acto, que puede ser calificado de justo. A través del nous capto la idea de justicia. (Y es esa captación la que me
permite calificar un acto de justo, en la medida en que reproduce la idea de
justicia).
&3
Aristóteles: pensar las
formas separadas de la materia
Aristóteles, discípulo de Platón, sostiene también que pensar es una actividad que realiza el alma. Si bien, Aristóteles llama alma a
lo que da forma o estructura al cuerpo de los seres
vivos. De modo que el alma es algo del cuerpo e inseparable de él.
Según Aristóteles, el mundo físico está compuesto de sustancias (= cosas), con sus accidentes (cualidades, propiedades,
relaciones, etc.).
A su vez las sustancias están compuesta de materia primera y forma
sustancial.
La materia primera es la
materia de la que está compuesta la totalidad del mundo físico. La forma sustancial es el principio que
ordena u organiza la materia y la hace ser una cosa concreta (un abeto, un
caballo, una libélula, una col, etc.). La forma sustancial es común a cada especie (es lo que hace la especie),
por lo que es universal. Existe la
forma sustancial «caballo», «perro», «abeto», etc.
A su vez, tales cosas concretas (tales sustancias) poseen ciertos accidentes (son grandes, pequeñas,
verdes, trotando, etc.) que son producidos por las formas accidentales.
Pues bien, para Aristóteles percibir
consiste en la capacidad que posee el alma animal y humana de extraer la forma accidental de las
cosas y reproducirla en sí misma separada de tales cosas. Y para Aristóteles pensar consiste en algo así como la
capacidad que posee el entendimiento,
que reside en el alma humana, de
reproducir en sí la forma sustancial de las cosas separada de su materia.
Al proceso por el que el entendimiento piensa tales formas sustanciales
separadas de su materia se le conocerá posteriormente como abstracción. Y a tales formas sustanciales separadas de la materia
se les denominará posteriormente conceptos.
Claro que el pensamiento no termina con la formación de tales conceptos,
sino que estos son aplicados de nuevo a las cosas, formando así juicios, o conectando tales conceptos
según ciertas reglas, formando así silogismos
o razonamientos.
Así, tras la formación del concepto de «abeto», lo aplico a la sustancia
que tengo delante de mí y formo el juicio «Esto es un abeto», o «Los abetos son
árboles». O conectando términos de distintos juicios siguiendo ciertas reglas
puedo construir razonamientos del tipo: Si «Todos los abetos son árboles», y
«Todos los árboles son altos», entonces «Todos los abetos son altos».
&4
La escolásticas
medieval: aprehensión, juicio y razonamiento
La escolástica medieval recibe una fuerte influencia de Aristóteles. De
hecho, el más grande pensador escolástico es Tomás de Aquino, cuyo sistema filosófico surge del intento de
interpretar el sistema aristotélico en clave cristiana.
Es frecuente que la escolástica medieval diferencie entre tres tipos de
actividades del entendimiento: la aprehensión,
el juicio y el razonamiento.
La aprehensión es el proceso por el que el entendimiento capta un
universal, una esencia. Este proceso lo explican de modo similar a Aristóteles.
Y de modo similar a Aristóteles explican la formación del juicio y el
razonamiento.
&5
Ockham: intuiciones
sensibles y nombres
En el siglo
XIV Guillermo de Ockham niega que
existan ningún tipo de realidades universales
fuera de la mente humana. No existen la «ideas» platónicas ni las formas sustanciales
de Aristóteles y la escolástica medieval.
Sin embargo
Ockham acepta que para razonar necesitamos de términos universales, de
conceptos. ¿De dónde salen entonces tales conceptos? ¿Cómo se forman?
Ockham sostiene que solo
podemos conocer cosas singulares, individuos,
y que a tales individuos los conocemos en una intuición empírica, en una experiencia
(que, como tal, será siempre singular). Pero conforme ese conocimiento de los
individuos se vuelve confuso surgen las nociones que pueden englobar a
varios individuos.
Así, la noción de
//hombre// surge cuando conocemos a los individuos de modo lo suficientemente
confuso como para que pueda tratarse de cualquier hombre. (Por ejemplo, conocemos
de modo perfecto, claro, a Pedro, y a Juan, pero si el conocimiento de
estos individuos se vuelve suficiente confuso no distinguiremos a Pedro de
Juan ‑aunque sí a ambos de un perro‑, y entonces hablamos de «hombres»).
¿Y cómo surgen tales
nociones, tales conceptos?
Los conceptos (//hombre//,
//perro//, etc.) surgen, según Ockham, de modo espontáneo en el alma ante la
presencia de las cosas. El concepto es un signo elaborado espontáneamente por el
alma ante la presencia de las cosas.
El
concepto es, por ello, un signo natural
(del mismo modo que el humo es un signo natural del fuego, o el gemido un signo
natural del dolor). Como signo natural que es no se puede cambiar a voluntad.
Así,
el concepto //cinco// significa naturalmente una cierta cantidad (que coincide,
por ejemplo, con el número de dedos de una mano sana) y no puede ser cambiado a
voluntad, aunque sí las palabras habladas o escritas que empleamos para
representar a los conceptos.
De
ese modo tenemos signos naturales
(los conceptos), y signos convencionales
(las palabras habladas y escritas).
Como
ejemplo, tenemos el concepto //cinco//, que puede ser representado por la
palabra hablada «cinco», que es convencional, pues otras lenguas emplean otras
palabras (tales como «fünf», «five» o «cinque») para designar el mismo concepto.
Pero
la palabra hablada castellana «cinco», puede ser expresada, a su vez, mediante
el signo escrito cinco, o mediante 5, o V).
Para
Ockham los universales son, por lo tanto, solamente nombres que damos a grupos de cosas. De ahí que la postura de
Ockham sea conocida como nominalismo.
(Para ser precisos, los universales no son ni siquiera nombres, porque todo
nombre, escrito o hablado, es singular -es el conjunto de sonidos modulados por
mi boca y mi garganta, o el conjunto de grafemas que trazo en un papel-, los
universales son los significados de los nombres, los conceptos).
&6
Descartes: el fantasmas
en la máquina
Descartes asume la concepción del mundo propia de la mecánica clásica, a la que el propio
Descartes contribuye con aportaciones importantes. Según la mecánica clásica el
mundo puede ser concebido como una máquina,
hecha de piezas que mueven a otras piezas, dentro de un espacio tridimensional
euclidiano.
El cuerpo humano, como parte
del mundo físico, es también una máquina
compleja, que se mueve a consecuencia del desplazamiento de corpúsculos
diminutos (los espíritus animales)
por el interior de los nervios.
Pero Descartes considera que hay ciertas capacidades humanas que no
pueden explicarse en estos términos, tales como la capacidad de sentir, de imaginar o de generar conceptos.
Por ello se ve obligado a postular que el ser humano es un compuesto de cuerpo (descrito como una máquina
compleja), y alma, en la que residirán
las capacidades indicadas. El alma, a diferencia del cuerpo, sería una sustancia
inmaterial, y por ello, inextensa. El principal atributo del alma es su
capacidad de pensar, por eso la
denomina también sustancia pensante.
Esa capacidad de pensar tiene en su base la capacidad de construir conceptos,
al margen de toda experiencia. Pero el alma puede también imaginar, cuando «piensa» usando imágenes procedentes de los
sentidos.
La influencia de Descartes se dejará sentir en la filosofía y la
psicología posterior, y está en el origen del todo el dualismo antropológico moderno. (Contra Descartes se dirigirán
preferentemente las críticas de todos aquellos que rechazan el dualismo
antropológico. Por ejemplo, las
críticas que el psicólogo y neurólogo António
Damásio le dirige en El error de
Descartes, cuyo título ya indica por dónde van los tiros).
&7
Hume: impresiones,
ideas y leyes de asociación
El empirismo inglés nace cuestionando algunas de las tesis centrales de
la filosofía cartesiana. La principal es que, según los empiristas, no puede
haber pensamiento sin algo en lo que pensar, y ese algo tiene que proceder de
la experiencia. Es decir, los datos
con los que trabaja el entendimiento han de proceder de la experiencia.
El más importante filósofo empirista es David Hume. Hume sostiene que
todo conocimiento comienza con las impresiones.
Llama impresiones a los estímulos que recibimos de manera directa. Una
impresión es, por lo tanto, el fruto de una presión
que se realiza sobre nuestros sentidos.
(Así, la luz reflejada sobre la superficie de mi mesa, que impacta con mi
retina, me produce una impresión de
verde, de este matiz concreto de verde. El fuego cerca de mi piel me produce
una impresión de calor. Un mal recuerdo me produce una impresión de angustia,
etc.).
Cuando las impresiones han desaparecido -es decir, cuando han
desaparecido los estímulos directos que recibían mis sentidos-, quedan huellas,
en la memoria o en la imaginación, de esas impresiones. A
esas huellas o recuerdos les denomina Hume ideas.
La ideas así formadas se pueden asociar entre sí formando ideas
complejas. Esa asociación sigue unas reglas que Hume denomina leyes de asociación de ideas. Estas
leyes de asociación de ideas son las siguientes: (1) Ley de contigüidad espacio-temporal: consiste
en que la imaginación tiende a agrupar bajo una sola imagen al conjunto de
impresiones o ideas que aparecen unidas en el espacio y el tiempo. (2) Ley de semejanza: esta ley lleva a la mente a
asociar ideas semejantes. (3) Ley de causalidad:
esta ley lleva a la mente a establecer ciertas conexiones entre objetos o
sucesos, de modo tal que ante la presencia de un objeto o suceso (denominado causa), me adelanto a los
acontecimientos y preveo la producción de otro objeto o suceso (denominado efecto).
&8
Wittgenstein: pensar y
decir
Ya en el siglo XIX, y luego en el XX, se va imponiendo la idea de que el
pensamiento es inseparable del lenguaje,
de que el lenguaje determina el pensamiento. Esa idea aparece ya en la obra de
Nietzsche, pero se desarrolla plenamente con la filosofía analítica. El representante más destacado
de esta corriente es Ludwig Wittgenstein, cuyas aportaciones con respecto al
tema que nos ocupa se pueden resumir así:
Para
pensar utilizamos un lenguaje. El lenguaje es la suma de todas las proposiciones
con sentido. Una proposición con sentido es una combinación de nombres con
una estructura lógica. Por ejemplo: «Las "mesas" son
"verdes"», «"María" es más alta que "Pedro"»,
«"Ottawa" es la capital de "Canadá"».
El mundo es la suma de todos los hechos
simples, o estados de cosas. Un hecho simple o estado de cosas es
una combinación de objetos simples con una estructura lógica. Hechos
simples son, por ejemplo, «que la mesa sea verde», «que María sea más alta que
Pedro», etcétera.
Hay, por lo tanto, algo común al lenguaje y al
mundo: la estructura lógica. Por eso el lenguaje puede representar el
mundo, puede describir el mundo.
Pero si para pensar utilizamos el lenguaje y para
describir el mundo utilizamos el lenguaje, los límites del lenguaje son los
límites del pensamiento y del mundo. No podemos pensar más allá de lo que se
pueda decir con sentido. Y tampoco podemos concebir una realidad que no pueda
ser descrita con el lenguaje. No existe, por lo tanto, una forma de pensamiento
o conocimiento que vaya más allá de lo que permite expresar el lenguaje.
&9
Recapitulando: el
pensamiento en la historia de la filosofía
Este recorrido por la historia de la filosofía nos ha permitido
familiarizarnos con una serie de conceptos o categorías que nos permiten pensar
acerca del pensamiento. Vamos a sintetizar todas las aportaciones que hemos
visto en una serie de puntos:
(1) Con Platón, diferenciamos entre sentir
y pensar, entre tener sensaciones y manejar pensamientos, entre conocimiento sensorial y conocimiento racional.
(2) En consecuencia, diferenciamos entre los «órganos» a través de los
cuales obtenemos sensaciones (sentidos)
y aquellos a través de los cuales obtenemos pensamientos y con los que pensamos
(el entendimiento).
(3) Platón nos aporta también que un elemento central para que haya
pensamiento es la capacidad de pensar en términos universales (lo que luego
llamaremos manejar conceptos), que
es lo que diferencia el pensamiento humano de otras formas de pensamiento.
(4) Los conceptos constituyen el material con el que trabaja ese
«órgano» del pensamiento que es el entendimiento.
(5) Los conceptos pueden ser «captados» a través de una intuición (Platón) obtenidos por abstracción (Aristóteles, escolástica),
generados espontáneamente por el
alma en presencia de las cosas (Ockham), construidos
por el entendimiento (Descartes), etc.
(6) Pero no debemos olvidar que no solo pensamos empleando conceptos, sino también imágenes, y palabras (pues los
conceptos se representan por palabras).
(7) Además, pensar significa algo más que captar o producir conceptos o
imágenes, significa producir juicios
y razonamientos. Y para construir
juicios y razonamientos con sentido se necesitan ciertas reglas sintácticas y lógicas.
(8) De modo que, de momento, podemos concluir que el pensamiento trabaja
con ciertas herramientas: imágenes, conceptos, palabras, reglas.
(9) Pero ¿quién usa esas herramientas? Dicho de otro modo, ¿qué o quién
es lo que piensa? Las respuestas desde la historia de la filosofía suelen ser
de dos tipos: el entendimiento y/o
la imaginación. Pero entender o
imaginar son funciones que realiza algo o alguien. ¿Qué o quién? La respuesta
tradicional desde la filosofía en el mundo antiguo, medieval y buena parte del
moderno era: el alma. Pero con el
desarrollo de la ciencia moderna, de las filosofías materialistas, y de la
psicología empírica la respuesta acabará siendo: el cerebro (o aun el cuerpo entero).
(10) En el mundo contemporáneo se hizo manifiesto también que pensar, al
menos pensar del modo humano, es inseparable del uso del lenguaje. De modo que, si lo que piensa es el cerebro, es en la
capacidad que tiene el cerebro humano de generar un lenguaje donde hay que
buscar la esencia del pensamiento.
3. Pensamiento y
lenguaje
&1
Introducción
Hemos concluido la recapitulación anterior afirmando que el pensamiento
es inseparable del uso el lenguaje, lo que parece, a día de hoy, un
descubrimiento indiscutible.
Vamos
a tratar de explicar aquí cómo adquiere un hablante su propia lengua.
Hablamos, claro está, de la adquisición de la lengua natural materna. Con esto
tenemos ya planteado un problema. Si se trata de una lengua natural querrá
decir que esta está escrita en la naturaleza humana en cierta forma. Es decir,
que es asimilada de un modo instintivo. Pero si hablamos de su adquisición
quiere decir que es algo aprendido.
Pues
bien, ambas cosas son ciertas a medias. Por un lado hay una tendencia
instintiva en el hombre, una predisposición innata, a aprender una lengua,
cualquier lengua. Por otro lado, el medio lingüístico en el que se desenvuelva
el niño hará que se aprenda una u otra lengua en concreto.
Con
respecto a esto hemos de aclarar que:
(1)
Estos dos factores, tendencia instintiva y aprendizaje entran en funcionamiento
cuando aprendemos la que será nuestra lengua materna (que puede ser más de
una). Una vez en posesión de nuestra lengua materna cualquier lengua que se
aprenda posteriormente ya no seguirá este proceso, pues ya no entrarán en
funcionamiento los mecanismos instintivos sino solamente los del aprendizaje
(del mismo modo que cuando aprendemos matemáticas, música, el código de circulación,
etc.).
(2) El proceso de adquisición de la lengua
materna quizá pueda ser explicado por analogía con la impronta o troquelado ya
vistos en el tema dedicado al aprendizaje: hay una tendencia instintiva al
aprendizaje de una lengua, y la exposición a una lengua determinada
en el momento apropiado genera una determinada respuesta de los módulos
cerebrales encargados del lenguaje.
No
obstante, y dado que el proceso por el que el niño adquiere su lengua madre
está todavía poco claro, existen varias teorías explicativas. De entre estas
vamos a ver como explican este proceso tres teorías representativas: la del
psicólogo ruso Lev S. Vygotsky, el conductismo, y la del lingüista y
especialista en ciencia cognitiva Noam Chomsky.
&2
Pensamiento y lenguaje según Vygotsky
● LA
FORMACIÓN DE LOS CONCEPTOS: Vygotsky sostiene que la
adquisición de los conceptos se
desarrolla a lo largo de un proceso paralelo al desarrollo del lenguaje. En
este proceso el niño pasa por una serie de fases:
(1)
Una primera fase es la de lo que Vygotsky llama cúmulos organizados. Un
cúmulo organizado viene a ser un montón de cosas a las que el niño
designa con un mismo término. Esta agrupación puede ser totalmente azarosa,
o realizarse en función de que todos los objetos agrupados están en el mismo
campo visual.
(2)
La segunda fase es lo que Vygotsky llama pensamiento en complejos. En
este caso el niño ya ha aprendido a agrupar los objetos en virtud de algo que
tienen en común, pero ese elemento común es algo concreto, no abstracto.
El
pensamiento en complejos pasa por diversas subfases: (a) En un momento dado,
los niños tienen a asociar los objetos en virtud de que «participan en una
misma operación práctica». Así, agrupa cosas tales como la cuchara, el cuchillo,
el tenedor y el plato. (A este tipo de complejos le llama Vygotsky colecciones).
(b) En otro momento del proceso el niño comienza a hacer asociaciones en
virtud de algún atributo que va variando.
(A este tipo de complejos le llama Vygotsky complejos difusos).
(3)
Una tercera fase de este desarrollo es lo que Vygotsky llama pseudo-conceptos.
El pseudo-concepto es una fase de transición entre el pensamiento en
complejos y el pensamiento en conceptos. Según Vygotsky la fase de pensamiento
en pseudo-conceptos no se supera hasta la adolescencia. Muchos psicólogos van
más lejos al sostener que muchos seres humanos no superan nunca la fase de
pensamiento en pseudo-conceptos.
El
pseudo-concepto resulta de la agrupación de una multitud de objetos en base a
algo semejante en todos ellos. Por ello el uso de pseudo-conceptos se confunde
con el de auténticos conceptos.
(4)
Finalmente el concepto resulta de la agrupación de múltiples objetos en
base a un atributo. Pero esta agrupación es abstracta, de modo que una vez en
posesión de un concepto este puede ser usado al margen de las cosas (para, por ejemplo, establecer relaciones con
otros conceptos).
El
concepto surge vinculado a dos operaciones mentales: (a) Proceso de análisis: a través del cual se descompone
la percepción en sus rasgos. (b) Proceso de síntesis: en base al cual se unen percepciones a partir de los rasgos
comunes.
● PENSAR
SIN LENGUAJE Y PENSAR USANDO UN LENGUAJE: según Vygotsky el
lenguaje y el pensamiento se desarrollarían independientemente uno de otro
en sus inicios.
Así,
sostiene Vygotsky, tanto en el niño pequeño como en los primates podemos
observar un pensamiento práctico, sin lenguaje. Igualmente existe un lenguaje
que sirve para trasmitir emociones, no vinculado al pensamiento. Sin embargo,
en el caso del ser humano a partir de los dos años ambos confluyen en un pensamiento
verbal. A partir de entonces se puede pensar desvinculándose paulatinamente
de las operaciones prácticas y concretas, y al mismo tiempo el lenguaje
puede referirse a situaciones objetivas desvinculadas de nuestros estados
emocionales. Dicho con palabras del propio Vygotsky (Lev S. Vygotsky: Pensamiento
y lenguaje, p.72. Editorial La Pléyade. Buenos Aires, 1992):
«Brevemente,
podemos concluir que:
(1)
En su desarrollo ontogenético, el pensamiento y el lenguaje provienen de distintas
raíces genéticas.
(2)
En el desarrollo del habla del niño podemos establecer con certeza una etapa
preintelectual, y en su desarrollo intelectual una etapa prelingüística.
(3)
Hasta un cierto punto en el tiempo, los dos siguen líneas separadas, independientemente
una de otra.
(4)
En un momento determinado estas líneas, se encuentran, y entonces el pensamiento
se torna verbal y el lenguaje racional».
&3
La adquisición del lenguaje según el modelo conductista
Los
conductistas explican la adquisición de la lengua materna a partir de los
mecanismos de aprendizaje, fundamentalmente a partir de los mecanismos
del condicionamiento operante.
Desde
su nacimiento el niño está expuesto a sonidos y actitudes de los adultos que
le rodean. Cuando su organismo está suficiente desarrollado comienza a
producir sus propios sonidos que provocan respuestas en los adultos. Estas
respuestas refuerzan su tendencia a producir ciertos sonidos. Con el tiempo
acaba asociando ciertas voces y gestos con ciertas actitudes de un modo casi
automático, se puede decir entonces que ha adquirido una habilidad
lingüística satisfactoria.
Sin
embargo a partir de este planteamiento no se puede explicar:
(1) Por qué hay un periodo crítico para
aprender a hablar. (Este periodo crítico abarca desde los dos a los siete
años, aproximadamente. Un niño que no haya asimilado una lengua materna en ese
periodo de su vida es ya prácticamente imposible que llegue a hablar correctamente).
(2)
Por qué se aprende de modo distinto la lengua materna (o lenguas maternas) de
una segunda lengua.
(3)
Por qué el niño genera oraciones que no ha oído nunca, y que no ha sido
reforzado para generar.
(4)
Por qué incluso los errores de los niños que están aprendiendo una lengua
poseen cierta lógica.
Para
intentar subsanar estos problemas se desarrolló la explicación generativo-transformacional
de Chomsky.
&4
La adquisición de la lengua materna según Chomsky
El
lingüista americano Noam Chomsky desarrolló una explicación alternativa a la
conductista sobre la adquisición de la lengua materna. Este modelo parte de
postular la existencia de una estructura gramatical común a todas las lenguas,
los llamados universales lingüísticos. Tales universales lingüísticos,
o gramática universal, son innatos. Es decir, no aprendidos. Cualquier
gramática de cualquier lengua tiene que respetar esta gramática universal.
Esto quiere decir que esta gramática universal puede dar origen, por ciertos
procesos de transformación a cualquier gramática posible.
Pues
bien, el niño tiene una tendencia instintiva a hablar. Cuando se le expone a
una lengua natural (por ejemplo, el español) la mente del niño selecciona de
entre todas las estructuras gramaticales posibles, aquella que está de acuerdo
con la información que está obteniendo a través de su experiencia. Los niños
descubren así de un modo inconsciente la gramática de su propia lengua (pese a
que usualmente no reciben enseñanza alguna de tal gramática hasta bastantes
años más tarde). Esta es la razón por la que los niños aprenden a construir
una cantidad potencialmente infinita de oraciones gramaticalmente correctas
a pesar de no haberlas oído nunca.
De
su concepción del lenguaje saca Chomsky una serie de consecuencias: (1) Si hay
unas estructuras básicas no aprendidas y comunes a todos los seres humanos, y
puesto que el pensamiento se expresa mediante un lenguaje, entonces todos los
hombres son básicamente iguales. (2) La capacidad inagotable que posee
cualquier individuo de crear oraciones nuevas implica que la libertad creativa
es una característica esencial de los seres humanos. La igualdad y la libertad
se explicarían por la propia constitución de la mente humana.
_______________________________________________________________________
LA
SINTAXIS DE LAS LENGUAS NATURALES
La
lingüística moderna se ha planteado dos problemas básicos en relación al
funcionamiento sintáctico de las lenguas naturales:
(1)
Descubrir cómo ha de funcionar una gramática
para que pueda generar cualquier oración con sentido del lenguaje natural.
(2)
Descubrir si hay algún tipo de estructura
gramatical común a todas las lenguas naturales. Es decir, descubrir si
bajo la aparente diversidad de estructuras gramaticales hay una estructura
común.
Con
respecto a la primera pregunta se han descrito varios tipos de estructuras
gramaticales que pueden ser reducidos a tres básicos:
● SISTEMA DE REESCRITURA SIN RESTRICCIONES
(S.R.R.). Es un sistema que consta de: (1) Un diccionario de términos. (2)
Una serie de reglas que le permiten escribir cualquier combinación de términos
en cualquier orden.
-Un
ejemplo de S.R.R., sería el siguiente:
Elementos del sistema:
Diccionario
D= {niña (nombre, fem., sig.), helados (nombre, mas. plural), era (verbo, 3ª
pers. sig.), come (verbo, 3ª pers. sing.), la (determinante, femenino
singular), un (determinante, mas., singular), rubia (adj., fem., sing.), que
(cláusula de relativo)}
Reglas:
(1)
Una vez escrito un término del diccionario puede añadírsele cualquier otro
cualquier número de veces.
-Pues
bien, tal sistema gramatical permitiría escribir oraciones como: «Niña la rubia
era», «La niña come un que rubia», «La niña, que era rubia, come un helado»,
«Rubia, rubia, rubia, rubia, que, que, era, un», etc.
Es
decir, permitiría escribir todas las oraciones admitidas por una lengua natural
y otras muchas que no podrían ser admitidas por una lengua natural.
● GRAMÁTICA DE ESTADOS FINITOS (G.E.F.). Es
un sistema que aplica las reglas de una lengua, pero construye las oraciones
de tal modo que, comienza por una palabra, a continuación, aplica otra
palabra que concuerde según las reglas con la anterior, luego otra que concuerde
con la anterior, etc.
-Un
ejemplo de G.E.F. sería el siguiente:
Elementos
del sistema:
Diccionario:
D (el señalado anteriormente)
Reglas:
(1)
Una oración ha de comenzar por un determinante o un nombre.
(2)
Una vez escrita una palabra del diccionario la siguiente ha de concordar con
esta siguiendo ciertas sub-reglas: (a) Si es un nombre puede seguirle un
verbo o un adjetivo. (b) Si es un determinante puede seguirle un adjetivo o
un nombre. (c) En los casos en que sea pertinente dos palabras seguidas han
de concordar en género, número y persona. (n) Etc. (Para abreviar nos limitamos
a escribir las reglas más básicas. Téngase en cuenta que lo único que nos
interesa señalar aquí es que en este tipo de gramáticas la aplicación de las
reglas se hace linealmente, palabra a palabra).
-Pues
bien, tal sistema gramatical permitiría escribir oraciones como: «La niña rubia
come un helado», «La niña era rubia».
Pero
no permitiría escribir oraciones como: «La niña, que era rubia, come un helado».
● GRAMÁTICA DE ESTRUCTURA SINTAGMÁTICA
(G.E.S.). Se caracteriza porque construye las oraciones
aplicando las reglas de la lengua, pero tomando como unidades a los sintagmas.
-Un
ejemplo de G.E.S. sería el siguiente:
Elementos
del sistema:
Diccionario:
D (el señalado)
Reglas:
(1)
Una oración consta de un sintagma nominal y un sintagma verbal [O®SN+SV].
(2)
Un sintagma nominal se compone de un nombre que puede ir precedido de un determinante
y acompañado de uno o varios adjetivos [SN®(det)+N+(A)].
(3)
Un sintagma verbal se compone de un verbo seguido de un sintagma nominal [SV®V+SN]
(4)
Los elementos que componen un sintagma tienen que escribirse a continuación
unos de otros.
(5)
Entre el sintagma nominal y el sintagma verbal puede insertarse otra oración
precedida de una cláusula de relativo.
(6)
(A estas se podrían añadir una serie de
reglas de concordancia de género, número y persona que no vamos a
especificar aquí).
-Esta
gramática nos permitiría construir oraciones tales como: «La niña rubia come un
helado», «La niña, que come un helado, era rubia», «La niña, que era rubia, come un helado», «La niña era rubia».
Una
gramática de este tipo parece la más apropiada para describir cómo funciona
de hecho la gramática de una lengua natural, no obstante también plantea un
problema: Que no tiene capacidad discriminatoria semántica. Esto quiere
decir que cuando dos oraciones tienen la misma estructura sintáctica pero son
semánticamente distintas no puede distinguirlas. Y al revés, cuando dos oraciones
significan lo mismo pero tienen distinta estructura sintáctica tampoco tiene
forma de señalarlo.
Así,
por ejemplo (tomado de Principios de filosofía del lenguaje de José
Hierro S. Pescador), las siguientes oraciones: (1) «Vi surcar el cielo un
objeto brillante.» (2) «El objeto que vi surcar el cielo era brillante». Significan
claramente lo mismo, pero sus estructuras sintácticas son totalmente
diferentes.
LA
GRAMÁTICA GENERATIVO TRANSFORMACIONAL (G.G.T.)
Para
subsanar estos problemas Chomsky elaboró un nuevo modelo de gramática generativa:
la llamada gramática generativo-transformacional.
La
principal diferencia entre una G.G.T. y una G.E.S. radica en que la G.G.T.
distingue entre lo que es la estructura superficial y la estructura
profunda de una oración. Así, dos oraciones como «Vi surcar el cielo un
objeto brillante» y «El objeto que vi surcar el cielo era brillante»
tendrían, según la G.G.T., distinta estructura superficial, pero una misma estructura
profunda.
Para
pasar de la estructura profunda a la superficial la gramática debe contar con
una serie de reglas denominadas reglas de transformación (que por
ejemplo, nos permiten, en el caso del español, transformar un modo
subjuntivo en un modo indicativo, omitir sujetos, etc.).
De
este modo, analizando la estructura profunda, podemos distinguir si dos
oraciones aparentemente distintas significan o no lo mismo. Así, las dos
oraciones mencionadas tendrían una misma estructura profunda que sería la
siguiente:
ESTRUCTURA
SUPERFICIAL
«Vi
surcar el cielo un objeto brillante» «El
objeto que vi surcar el cielo era brillante»
REGLAS
DE TRANSFORMACIÓN
Yo vi un objeto el objeto surcaba el cielo el objeto era brillante
ESTRUCTURA
PROFUNDA
La
estructura profunda sería generada por una G.E.S.
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Bibliografía:
-Chomsky, Noam: Editorial Planeta-De Agostini, S. A. Barcelona, 1986.
-Hierro S. Pescador, José: Principios de Filosofía del Lenguaje. Alianza Editorial, S. A. Madrid,
1984.
-Pinillos, José Luis: Principios de psicología. Alianza Editorial, S. A. Madrid, 1985.
-Pinker, Steven: El instinto del lenguaje. Alianza Editorial, S. A. Madrid, 1994.
-Vygotsky, Lev: Pensamiento
y lenguaje. Editorial La Pléyade. Buenos Aires, 1992.
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